Internet, los smartphones, las redes sociales, los periódicos digitales, Youtube… En los últimos diez años se ha producido una aceleración y cambio tecnológico que es en sí mismo un cambio de fase histórica. Un cambio que acabamos de estrenar y para el que parece que quizás no estemos todavía preparados; ni para entender las posibilidades positivas y negativas de la herramienta que tenemos entre manos, ni para entender el cambio antropológico que puede suponer. Como si nos hubiéramos dotado de una suerte de “Palantir de conexión universal”, con la que sin la debida precaución, abrimos la puerta a todas “las acechanzas de Sauron”…
La sobre abundancia de información y la confusión que dicha vorágine de datos y opiniones provoca, entre la sabiduría y la ignorancia. La consecuente dificultad para ejercer el discernimiento y entonces, el debilitamiento del criterio; la ofuscación del entendimiento. A partir de ahí la subjetivización del debate público, la demagogia, la discusión imposible… Todo ello unido a una falta de autenticidad y cultivo de un Yo irreal y ficticio, que tendrá como contrapartida el ocultamiento en el anonimato y el despliegue del resentimiento y el odio en los foros digitales. Para más inri a todo lo anterior lo acompañará la pandemia de la constante distracción. De la dispersión de la atención en todo momento y ocasión, con chats, vídeos, noticas, redes, llamadas… Un universo enciscado, acelerado, distraído y desfocalizado, que es ya el día a día de nuestro de tiempo. Y que siendo así, más allá de los innegables aportes que puede traernos, cursa mayormente por ahora, como otra palanca más y no menor, de degradación de nuestra civilización…
Siendo así, quizás no esté de más reflexionar sobre ello. Poniendo el acento en que siempre “el amor a la Sabiduría”, y el cultivo del auto conocimiento y la atención, son escudo protector frente a las amenazas de la Edad Oscura…
Luis Utrilla es docente y orientador en los ámbitos de la Inteligencia Emocional y el Coaching, así como entrenador deportivo e instructor de defensa personal.
Formado a su vez en los ámbitos científico-técnicos del mundo de la ingeniería, y sensible respecto de todo lo relativo a la tradición sapiencial, fusiona ideas de todos estos distintos ámbitos encontrando entonces claves fundamentales y perennes de auto superación. Claves con las que configurar lo que ha venido a llamar “Pilares fundamentales de la integridad personal”.
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